El trabajo dignifica

Los puentes, días de asueto y vacaciones, tan abundantes en esta Gran-Nación-Que-Es-México, son una estupenda oportunidad para cultivar el noble arte de la holgazanería, pero también para reflexionar. Yo utilicé los últimos tres para meditar sobre el trabajo, lo que no deja de ser una interesante paradoja. O una monumental estupidez, dependiendo de la benevolencia con la que se le mire.

El caso es que tras mis profundas cavilaciones, llegué a la conclusión de que mi trabajo es parecídismo a las ruedas que ponen en las jaulas de los hámsters, y en las que estos animalitos –entusiastas pero no demasiado brillantes– pasan todo el día corriendo sin jamás percatarse de que no están avanzando ni un centímetro. Temo que, al igual que estos simpáticos roedores, un día caeré extenuado, presa de un infarto al miocardio y, jadeante, mantendré la última conversación conmigo mismo que, con seguridad, será algo parecido a esto:

–Al parecer tenían razón los consejos de la Cosmopolitan: el estrés mata.

–Sí, ya me di cuenta…

–Salíamos de la casa a las 9 de la mañana y regresábamos hechos mierda a las 10 de la noche. Comíamos rápido y mal. No eran pocos los fines de semana en que también teníamos que trabajar. Y siempre estábamos contra el reloj: nunca paraban la tensión y la ansiedad. Era cuestión de tiempo…

–No te pongas filosófico; SIEMPRE es cuestión de tiempo. El día que naces comienzas a morirte.

–Tú, además de filosófico, mamón…

–La cuestión es que teníamos buenas razones para vivir así.

–¿Cuáles?

–Lo que hacíamos era importante…

–¡No mames, Rul, nos estamos muriendo, al menos ahora podríamos ser honestos!

–OK, no servía para nada, pero necesitábamos el dinero.

–Sí, la lana es importante, pero nunca me quedó claro por qué siempre necesitábamos  ganar más.

–Para el auto, por ejemplo.

–Que usábamos para ir a trabajar.

–Para la computadora. Siempre tuvimos Mac y el modelo más reciente.

–Sí, una herramienta utilísima para hacer bien el trabajo.

–Y el iPhone, el iPad…

–Que nos permitían que los clientes, proveedores y compañeros de trabajo pudieran localizarnos a cualquier hora y en cualquier lugar.

–Sí y poder llevarnos el trabajo a la casa, al auto, a las reuniones, a los fines de semana, las vacaciones.

–…

–…

–Ya voy entendiendo: trabajábamos como bestias para tener dinero que nos permitiera trabajar más.

–Éramos como hámsters en su rueda.

–Creo que ya falta poco. ¿Tienes un cigarro?

–No fumes, es peligroso para la salud.

–Jaja.

–Jaja.

–…

Y aquí la versión gráfica de la anterior conversación.

CaminadoraEsp